domingo, 12 de julio de 2009

Por la paz



BOLETÍN
ENCUENTRO ARTISTAS POR LA PAZ

A propósito del actual clima de inseguridad y violencia que golpea a nuestro país, varios músicos, artistas visuales, escritores y actores laguneros celebrarán un encuentro por la paz en el Teatro Nazas el próximo sábado 18 de julio a las 18:00 horas.
Preocupados, pues, por la situación que afecta al país y mantiene en permanente estado de zozobra al grueso de la población, los artistas laguneros han decidido reunirse para manifestar por medio de sus expresiones que México no merece el presente escenario de inseguridad.
El encuentro es una actividad totalmente desvinculada de partidos políticos, instituciones de gobierno, iglesias y demás formas de asociación civil, gubernamental o religiosa. Son los artistas, como individuos que crean e interpretan, quienes han decidido expresarse para contribuir al llamado por la paz que exige nuestro país en general y nuestra comarca en particular.
Los artistas laguneros aspiran con este encuentro llamar la atención de la ciudadanía para que todos sumen sus voces a favor de una exigencia fundamental: que el país retome las condiciones de tranquilidad necesarias para desarrollar a plenitud todas las actividades productivas, sociales, culturales y familiares.
La entrada al encuentro no tendrá costo alguno, será plenamente familiar y durará aproximadamente dos horas. Asimismo, es pertinente señalar que, sin excepción, los artistas laguneros que participarán no cobrarán por su trabajo. El objetivo es dar un primer paso hacia el aglutinamiento de los artistas en tanto trabajadores del espíritu, habida cuenta de lo importante que es la sensibilidad cultural como dique ante la violencia
La invitación queda abierta para toda la ciudadanía lagunera; este será un encuentro por la paz que todos los mexicanos merecemos.

viernes, 3 de julio de 2009

José Elías García Valenciano "El Chino"


Lo conocí cuando ambos éramos jóvenes y estudiábamos, el Economía y yo Administración de Empresas. Lo que cruzó nuestros caminos fue un grupo de campesinos que un día visitaron mi escuela, campesinos que fueron a informarnos que trabajaban en un rancho en un municipio cercano. Ese rancho era Batopilas y sus trabajadores se habían organizado para protestar por los malos tratos que recibían de sus patrones, malos tratos que incluían la retención de sus salarios por varias semanas. Estos jornaleros decidieron organizarse y formaron una organización sindical y se declararon en huelga. Y estas y otras injusticias nos las fueron a platicar ahí, a nuestra escuela, a nuestra Universidad que se jactaba, como todas, de estar “al servicio de la sociedad”.
De pronto, lo que yo había escuchado en clase, lo que yo leía en los libros que presumían de retratar la realidad, en nada coincidía con lo que yo escuchaba de estos jornaleros. Ellos nos mostraban una realidad totalmente diferente, muy diferente a lo que me enseñaban en los salones. Los libros y los maestros me hablaban de una sociedad con problemas pero armoniosa, de una sociedad con carencias pero con posibilidades, de una sociedad en la que mi trabajo como profesionista era lo que se necesitaba para alcanzar los niveles de progreso a los que teníamos derecho. Era la sociedad de los 70’s, la sociedad post’68, la sociedad que quería convencerse de que ese movimiento estudiantil, el de 1968, había sido orquestado por extranjeros que querían dañar a nuestro país, la misma sociedad cuyo gobierno había reprimido a los médicos que en los años 60 luchaban por sus derechos. Gobierno que en 1971, el 10 de junio, volvió a masacrar estudiantes a través de un grupo paramilitar llamado “Halcones”, que en los inicios de los 70’s reprimía a los trabajadores ferrocarrileros que luchaban por democratizar su organización sindical. En fin, era la década en que el gobierno, después de las represiones del 68 y 71, trataba a los estudiantes con cautela por que le temía a su capacidad de respuesta organizada. Y todo eso (que no me lo decían mis profesores ni mis libros), me lo vinieron a enseñar un grupo de jornaleros, acompañados de colonos (gentes sin un lugar para vivir y que se habían posesionado de un lote urbano para construir sus humildes casas), trabajadores urbanos y estudiantes. Ahí es donde aparece “El Chino”, con su cabello rizado, peinado (es un decir) a la afro. Vestido con un jorongo, tocando la guitarra y cantando canciones de protesta, de rebeldía. Acompañado de otros estudiantes de Economía, de Medicina, del Tecnológico, de escuelas preparatorias, El Chino explicaba, cantando, que la nuestra era una sociedad injusta, una sociedad que reclamaba nuestra participación, pero ¡yá¡, que no había que esperar hasta ser un profesional, que la lucha por una sociedad mas justa, requería la participación de los jóvenes.


Ahí empezó mi aprendizaje con El Chino. Me incorporé al Comité Estudiantil de Apoyo a los Trabajadores de Batopilas, donde compartimos con el y con muchos estudiantes, la lucha por los derechos de los jornaleros agrícolas. Hubo muchas actividades de organización y resistencia en las que El Chino siguió participando, hasta su muerte el pasado mes de mayo. En varias de ellas tuvimos oportunidad de colaborar. Una de las muchas cualidades del Chino era la capacidad para escuchar y construir consensos. Por eso es que pudo, hace pocos años, agrupar a las diferentes organizaciones campesinas y formar con ellas la versión regional del CAP, Congreso Agrario Permanente. En eso estaba trabajando, a eso dedicaba sus esfuerzos de organización, su capacidad de lucha cuando murió. Con los estudiantes, colonos, con los obreros, con los campesinos El Chino ayudó a construir una mejor patria. Su trabajo, su permanente dedicación a servir a los demás nos ha enseñado que podemos vivir la vida de manera que, cuando la hora de partir llegue, el mundo sea un lugar un poquito más amable para los que se quedan.
Para el entrañable compañero y amigo José Elías García Valenciano, El Chino.