sábado, 20 de junio de 2009

Felicidades para mi amiga Ana


Las diversas actividades escolares de fin de curso me habían impedido atender como es debido El Tabarete, y, además, visitar los blogs amigos. Por esa razón, hasta ahora me entero que mi buena amiga Ana recibió el Premio Internacional UTOPIE CALABRESI, mismo que se inspira en valores del humanismo entendido como “todo lo que es digno del hombre y lo hace civilizado, elevándolo por encima de la barbarie”. Este premio fue creado con el objetivo de premiar los blogs que promueven conocimiento libre, cultura y arte, tolerancia y aceptación de la diferencia, amistad y solidaridad entre los pueblos.
Por esa razón, considero que Ana cuyo Blog es http://raraavisinterris.blogspot.com/ ganó merecidamente ese premio. Basta con una mirada a cualquiera de sus posts y cualquiera se dará cuenta del absoluto compromiso de esta profesora con el humanismo. Por lo anterior estoy muy contento pues, Rara Avis es un blog que disfruto mucho. Pero además, dicho premio estipula que el ganador debe proponer otros cinco blogs como candidatos a obtener el mismo premio y, los que la buena amiga Ana está proponiendo son:

http://comcalma.blogspot.com/
http://acreditandonotruque.blogspot.com/
http://el-alfeizar-de-dedalus.blogspot.com/
http://eltabarete.blogspot.com/
http://hombrebicentenario.blogspot.com/

¿Como ves, estimado lector? La gentilísima Ana tuvo la generosidad de proponer a este humilde Tabarete para recibir ese premio. ¿Como agradecerlo? Solo se me ocurre decir ¡Gracias¡ y ratificar el compromiso con los mejores valores del humanismo.

Pero, como suelo decir, no me creas, mejor consulta http://raraavisinterris.blogspot.com/

Gracias, Ana, muchas gracias y muchas felicidades.

lunes, 1 de junio de 2009

El amor en tiempos de influenza/ I



Para muchos de nosotros el amor y, de hecho, cualquier
expresión de afecto es algo que desde siempre ha existido. Si bien es cierto que el aprecio y el amor por los demás es algo connatural al ser humano, también es cierto que las formas de expresarlo son históricamente determinadas, lo cual quiere decir que en cada sociedad y en cada momento histórico hay formas específicas de expresar el amor y, por supuesto, el desamor. Una sociedad es un espacio social y un momento histórico es un punto específico en el tiempo. Uno y otro (espacio y tiempo) no existen ni pueden existir separados. Por eso Deleuze habla del espaciotiempo como una unidad de la existencia, como un punto en el que se puede objetivar el universo.

Cuando Marx habla, por ejemplo de comunismo primitivo, está hablando de una forma específica de relaciones entre los seres humanos, una forma de relacionarse con la naturaleza pero también de una forma de entender las relaciones entre los hombres y mujeres integrantes de esa comunidad. Y las relaciones a las que Marx se refiere son de una naturaleza tal que difícilmente podríamos encontrar, en ese espaciotiempo, las formas de relacionarnos que hoy conocemos, como es el caso de la pareja o la familia.

Sin embargo, Deleuze busca apoyarse mas en Foucault que en Marx para hacer su análisis de la sociedad y así considera que la propuesta foucaultiana de entender la nuestra como una sociedad disciplinaria, es válida pero cada vez menos pertinente. No tanto porque el concepto se haya desgastado sino, porque nuestras sociedades son cada vez mas cambiantes y, por tanto, se asemejan cada vez menos a lo que el concepto de sociedad disciplinaria quiere decir. Aquí conviene precisar que por disciplinar se entiende la formación de individuos fuertes pero dóciles y obedientes. El mejor ejemplo de ello lo constituimos los miles o millones de mexicanos que, sin chistar, usamos tapabocas y dejamos de asistir, durantes días, a nuestras clases y a nuestros trabajos. Bastó una indicación del poder central y la acatamos sin cuestionar. Y ahí nos tienen, con miedo al contacto físico, evitando el saludo de mano y el beso en la mejilla. Los enamorados intercambiando besos a través de sus respectivos tapabocas. ¿Qué eso es por nuestro bien? Perfecto, pero…¿por qué se prohíbe el contacto entre personas y no el contacto con las mercancías? ¿Por qué no dicen nada acerca de tener contacto con las monedas que recibimos y transferimos diariamente? ¿Por qué en Estados Unidos hay más contagios pero menos muertes que en el nuestro? ¿Por qué, como cuestiona Fidel Castro, es más importante el turismo que la vida de uno solo de nuestros conciudadanos?
Pero esas preguntas no existen en las conversaciones cotidianas en nuestro país, precisamente por que formamos parte de una sociedad domesticada, una sociedad en la que, en efecto, la escuela, la fábrica, el ejército, los hospitales, las prisiones son instituciones disciplinarias que, aparte del objetivo evidente de proveer conocimientos, empleo, salud o rehabilitación persiguen objetivos mas inquietantes, aunque menos obvios, como es el de moldear individuos uniformes (como lo denuncia Pink Floyd con “Otro ladrillo en la pared”), individuos conformistas, y sobre todo, que sepan obedecer, que sepan respetar el orden establecido. Pero, como sostiene Deleuze, aunque siguen haciendo su chamba, esas instituciones ya van de salida porque las sociedades están cambiando hacia lo que el llama “sociedades de control”, sociedades en las que estar “fuera” es ser excluido, marginado. Es lo contrario de las sociedades disciplinarias en las que lo difícil es salir (de la escuela, del hospital, de la cárcel). Ahora lo difícil es entrar, “tener acceso a” una buena educación, una buena atención médica, una buena relación de pareja o familiar, un buen empleo. Todo ello se ha convertido en una variedad de espaciotiempos inaccesibles.
¿Alternativas? Dice Deleuze que sí las hay, pero implica cambiar la perspectiva desde las que se abordan las formas de relacionarse socialmente.

En primer lugar, dice, hay que definir a las sociedades no tanto por sus contradicciones sino por lo que él llama sus “líneas de fuga” pues todo mundo se fuga hacia todas partes y por eso es interesante dibujar las líneas de fuga en una sociedad determinada.
En una segunda orientación, Deleuze sugiere no ya considerar las líneas de fuga en lugar de las contradicciones, sino las minorías en lugar de las clases.
Una tercera consideración es la de entender de manera diferente las llamadas “máquinas de guerra”, o sea los movimientos revolucionarios o los movimientos artísticos, dándoles un nuevo estatuto, el cual se definiría ya no por la guerra o el enfrentamiento sino por la manera de ocupar el espaciotiempo o por la creación de nuevos espaciotiempos. Y eso es lo que hacemos los seres humanos, creando y recreando formas para expresar el afecto, para desear, para amar. Relaciones afectivas entendidas como “máquinas de guerra” si, pero generadoras de nuevos espaciotiempos, tan cercanas al arte y a la revolución y, sin embargo, tan lejos de la guerra, tan lejos de la muerte y tan cerca del mundo. Pues como dice Gilles Deleuze “Creer en el mundo es suscitar acontecimientos, incluso muy pequeños, que escapen del control o que den lugar a nuevos espacios-tiempo.” Aquí es donde aparecen las propuestas alternativas como, por ejemplo, la del amor confluente que propone Antony Gidenns frente al amor romántico.