viernes, 18 de julio de 2008

La mismidad


No soy de los que consideran que el día de cumpleaños es un día especial, diferente a los demás días. Creo que en cada uno de los 365 amaneceres de cada año, podemos decir con Joan Manuel Serrat :

Hoy puede ser un gran día
donde todo está por descubrir
si lo empleas como el último
que te toca vivir

Pelea por lo que quieres
y no desesperes
Hoy puede ser un gran día
y mañana también


Pese a todo, hoy es mi cumpleaños y me parece una buena oportunidad para hablar (por escrito) de la contraparte de la otredad, es decir, de la mismidad. Desde mi propia mismidad considero que la vida vale la pena vivirse, aún aquí en la Laguna de los balazos, aún aquí en Torreón, ciudad capital del arsénico. Desde mi mismidad, que es la que permite la existencia de la otredad, pues es su otra cara, vislumbro una vida necesitada de un esfuerzo mayor, de una lucha mas intensa para que ambas caras se reconcilien y se acepten como lo que son: la unidad, un solo universo.


Pero como siempre, hay alguien que lo expresa mejor, en este caso ese alguien es el cantante uruguayo Alfredo Zitarroza, quien a través de su hermosísima canción “Guitarra Negra” nos dice, en algunos de sus fragmentos:

Hago falta
yo siento que la vida se agita nerviosa
si no comparezco
si no estoy

Siento que hay un sitio para mí en la fila
que se ve ese vacío
que hay una respiración que falta
que defraudo una espera


Siento la tristeza o la ira inexpresada del compañero
el amor del que me aguarda lastimado
Falta mi cara en la gráfica del pueblo
mi voz en la consigna
en el canto
en la pasión de andar


Mis piernas en la marcha
mis zapatos hollando el polvo
los ojos míos en la contemplación del mañana
mis manos en la bandera
en el martillo
en la guitarra
mi lengua en el idioma de todos
El gesto de mi cara en la honda preocupación de mis hermanos


O también Florence Scovel Shinn nos dice, desde su libro “El juego de la vida y como jugarlo” que:





La vida es como un espejo, y nos encontramos a nosotros mismos reflejados en
nuestros semejantes.


La mismidad es un peso enorme (si no se está contento con lo que uno es); es la vida misma, la que mientras exista es una tarea en la que somos insustituibles. La mismidad es como una obra escénica en la que nosotros, cada uno de nosotros, solo puede ser representado por cada uno de nosotros. Karel Kosik en “Dialéctica de lo concreto” lo expresa mucho mejor cuando afirma que:



Cada individuo debe –personalmente y sin que nadie pueda sustituirle- formarse
una cultura y vivir su vida.




En eso estamos, perdón, en eso estoy.




Karel Kosik


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