jueves, 2 de octubre de 2014

JÓVENES Y VIOLENCIA

El título de ésta modesta colaboración casi pareciera hacer referencia a una expresión tautológica, en la que diferenciar juventud y violencia no tendría sentido ya que, según algunos, significan exactamente lo mismo. Sin embargo, no es así. La juventud es, eso sí, la energía humana en su máxima expresión y, por ello, exige de canales que permitan su conducción hacia los mejores fines que la sociedad determine. Por ejemplo, los espartanos, escribe Sabina Berman en la Revista Proceso de ésta semana, (http://www.proceso.com.mx/?p=382692) “fueron magníficos en el arte del asesinato, la guerra, pero no en las artes de la cooperación y el bien vivir, las bellas artes y la filosofía” porque para eso eran entrenados los jóvenes de Esparta, para matar o morir. Por eso, dice también Sabina, “fueron atenienses y no espartanos Sócrates y Platón”, es decir, porque en Atenas se cultivaba un concepto muy diferente de juventud, menos apegado a la guerra y más cercano a la filosofía.
Lo anterior viene a cuento porque el pasado miércoles 24 se llevó a cabo, en la Librería El Astillero, la Mesa de diálogo Jóvenes y violencia: Reflexiones en torno a la situación lagunera, convocada por el Grupo de Investigación Interdisciplinaria de La Laguna y en la que pudimos intercambiar puntos de vista con jóvenes investigadores que asumen, desde sus respectivas trincheras, el compromiso de la reflexión sobre la situación de violencia que le tocó vivir a la juventud de nuestra región en éstos últimos años. Podría decirse que la violencia nos afecta a todos, y eso es cierto pero, no a todos por igual. Los jóvenes, según datos esgrimidos en ese diálogo, son los más afectados, son las víctimas predilectas, quizá precisamente por esa energía para la que el Estado mexicano hace tiempo dejó de ofrecer alternativas. Por ejemplo, ahí se mencionó que en el año 2011, con datos de la Procuraduría General de Justicia del Estado, Torreón se situó como la ciudad más violenta del Coahuila con un total de 741 asesinado de los cuales 277, es decir, el 37.3% contaba con menos de 25 años y 44 de las víctimas eran menores de edad. Para 2012 el total de homicidios violentos fue de 537, de los cuales 197 eran menores de 25 años, incluyendo a 37 que eran menores de edad. De manera que, con esos datos, es obvio que el joven es la víctima predilecta del crimen organizado. Por supuesto, falta incluir en el rubro de víctimas a muchos de los jóvenes que trabajan como sicarios, distribuidores o “halcones” ya que difícilmente podría aceptarse que tomaron esa decisión desechando la opción de un trabajo digno o de una oportunidad de estudiar pues, ambas opciones son, desde hace tiempo, inexistentes. El ser “nini” (jóvenes que ni trabajan ni estudian) lejos de ser una opción es la condición para su conversión en operadores del narco. Sin trabajo, sin educación y habitantes de barrios seleccionados para el mercadeo de droga son la carne de cañón más barata para ese tipo de actividades.
Por otra parte. la definición de las identidades, de género, por ejemplo, también fueron dramáticamente alteradas por la irrupción de la violencia vinculada al narcotráfico. De repente, la masculinidad dejó de identificarse con la capacidad o disposición para resolver las diferencias personales a través de un “tiro derecho”, es decir, persona a persona o de hombre a hombre (sin intervención de amigos o cómplices) y a mano limpia, o sea, sin armas ya que quién usara instrumentos punzocortantes o armas de fuego estaría renunciando al concepto socialmente aceptado de hombría para ubicarse, por tanto, en el rubro de la cobardía. La amistad, lo que los jóvenes del barrio llaman “el carnalismo”, la solidaridad con alguien tan solo porque es del barrio son conductas que recién empiezan a recuperarse conforme se arrebata la esquina, la calle y la plaza a la actividad delictiva. La pregunta es ¿Cómo hacer para que la recuperación sea definitiva? Ésta y otras preguntas quedaron pendientes para la siguiente Mesa de Diálogo a la que, ojalá, muy pronto nos convoque el Grupo de Investigación Interdisciplinaria de la Laguna en la hospitalidad de El Astillero.

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