lunes, 25 de mayo de 2009

El efecto mariposa




Hace precisamente un año, en abril, murió Edward Lorenz creador de la famosa tesis del “efecto mariposa”. Esta propuesta se inscribía en una corriente cada vez mas fuerte y poderosa que cimbraba los cimientos de la ciencia tradicional también llamada ciencia “determinista”, cimientos que habían sido tan sólidos que durante mucho tiempo, muy pocos se atrevían a soñar siquiera con una nueva forma de hacer ciencia. El paradigma de la ciencia clásica o positivista según el cual lo que existe en el universo es medible, verificable, sujeto a leyes inexorables y, por tanto, predecible (y por eso, “determinista”) había establecido sus primeras bases con los antiguos griegos, pero consolidaría su edificación con Descartes (a quien muchos consideran su fundador) y remataría luego de manera formidable con Newton. Soportado en tan imponentes columnas, parecería que el edificio de la ciencia clásica era inmune a cualquier sacudida…hasta que llegó la teoría del caos.
De acuerdo con esta teoría, no todo es predecible, no todo se puede explicar a partir de la relación causa-efecto puesto que toda causa puede generar múltiples efectos y, todo efecto, puede ser originado por múltiples causas. Además, toda causa puede ser, a la vez, efecto y viceversa. Así, resulta que lo que es causante es, a la vez, causado y, esto último puede, a su vez, causar algo más. Incluso, en un mismo fenómeno la causa puede ser luego, en determinadas circunstancias, el efecto de aquello que causó (principio de recursividad). Las diferencias entre ambas perspectivas (ciencia determinista y teoría del caos) son muchas pero quizá podrían sintetizarse en que la primera considera que el universo es uno, que obedece a leyes inmutables y precisas como un mecanismo de relojería, mientras que la segunda asume que el universo no es uno ni mucho menos inmutable (a grado tal que proponen la noción del “multiverso” en lugar de “universo”) y que sus leyes (si es que existen) obedecen a una lógica totalmente diferente a la lógica determinista, de manera que el comportamiento de los fenómenos así abordados es absolutamente indeterminado, absolutamente imposible de predecir (principio de incertidumbre)
Pero, y lo anterior ¿qué tiene que ver con el “efecto mariposa”? Pues tiene que ver con el hecho de que Lorenz dijo una vez algo así como que “si una mariposa aletea en Brasil podría ocasionar un tornado en Texas”. Nadie que estuviera formado en la lógica de la ciencia clásica aceptaría tal propuesta ya que, de acuerdo con esa concepción de la ciencia, la medición de la energía liberada por el aleteo de la mariposa en cuestión, es perfectamente medible y difícilmente puede tener efectos mayores a la suave caricia en el rostro por el viento impulsado por las alas de la mariposa, siempre y cuando dicho rostro esté situado a muy corta distancia de la mariposa. En otras palabras, lo más que puede causar el movimiento de las alas de una mariposa es un leve cosquilleo, apenas perceptible, en mi cara si esta se encuentra muy cerca de la mariposa cuyo vuelo genera estas inquietudes. Por supuesto, es imposible que el aleteo de una mariposa pueda transformarse en un tornado a menos que otros elementos entren en juego, es decir, a menos que complejisemos el problema y consideremos otros aspectos que, ciertamente, es usual que no sean considerados precisamente porque de manera ingenua creemos que todo fenómeno puede ser explicado por una causa. Y aquí es donde aparece otra de las características de una concepción del mundo apoyada en la idea del caos. Esa característica es la complejidad, entendida no como la complicación del problema sino como la incorporación de otros elementos que nuestra formación positivista nos impide abordar. En otras palabras, percibir la realidad de forma sistémica permite entender que no todos los sistemas son simples o, mejor dicho, que detrás de los sistemas simples se esconden los sistemas complejos y que estos no pueden ser abordados de forma simple, por lo que se requiere complejizar el pensamiento para poder acceder a los aspectos que no se pueden percibir con un pensamiento simplista. Así, un tipo de sistema complejo lo constituyen los sistemas caóticos. Estos se caracterizan por el hecho de que dadas unas condiciones iniciales, la más mínima variación en ellas puede provocar que el sistema evolucione en formas completamente diferentes, dado que una pequeña perturbación inicial, mediante un proceso de amplificación, puede generar un efecto considerablemente grande.

Quizá por eso, la propuesta de Lorenz impactó el mundo de la ciencia ya que ese planteamiento permitía explicar la imposibilidad de pronosticar el clima (la característica de impredecibilidad), y eso era fundamental para entender que si se querían pronósticos climáticos, habría que buscar esa posibilidad en una perspectiva diferente a la de la ciencia clásica. Precisamente de ahí se deriva la propuesta del “efecto mariposa”, de entender que un fenómeno tan insignificante, como el aleteo de una mariposa, puede dar lugar a fenómenos de tal dimensión como un tornado, pero además mediando miles de kilómetros entre ambos fenómenos.

El cine ayuda a entender esta propuesta con una película que lleva por título precisamente el de “Efecto mariposa”, en la que se plantea el viejo anhelo del ser humano de poder regresar a los actos de su vida pasada y hacer ajustes, para así evitar las molestas e, inclusive, dolorosas consecuencias de aquellos actos. En la película, sin embargo, cada vez que se hace un cambio en la vida pasada, la vida presente es totalmente diferente de cómo se preveía, es decir, son imprevisibles los efectos de cada ajuste que hagamos al pasado, por pequeñísimos que sean dichos ajustes.

Y lo anterior, ¿Qué tiene que ver con las ciencias políticas y sociales? Pues pensemos que la simple expresión de nuestra opinión puede, a su vez, generar otras opiniones que se pueden interrelacionar o retroalimentar hasta que el sistema de discusión (asamblea, sesión de clase, reunión de café, etc.), alcance un punto crítico, un punto de bifurcación que dé lugar a un cambio sustancial, que permita emerger la creatividad. Así que ¿puede alguien predecir en que terminará una discusión? Solamente los dogmáticos y los autoritarios pueden hacer ese tipo de predicciones, precisamente porque entienden las discusiones como sistemas simples, cerrados, de transmisión lineal.

Hablar entonces de ciencia clásica es entender los eventos o fenómenos como eslabones y, por tanto, la relación entre ellos será como la cadena que los une de manera sucesiva. En cambio, abordar las manifestaciones de la realidad desde la perspectiva de la complejidad, es abordarlas como nodos de una trama, como hilos que se van anudando entre sí, hasta formar la compleja red que constituye eso que llaman realidad.

domingo, 17 de mayo de 2009

Cuando un amigo se va



A la memoria del entrañable amigo y compañero José Elías García Valenciano “el Chino”.

Es común que cuando uno conoce el amor, ese que llaman amor de pareja, uno lo conozca al mismo tiempo que se desconoce el amor a los demás. Suele ser un acto de inclusión en el ser amado, una especie de invención de un mundo nuevo en el que solo existen el ser amado, y yo, el ser amante. Pero por eso mismo, ese acto de amor suele ser al mismo tiempo un acto excluyente, un evento en el que los demás estorban, un acto del que los demás están excluidos.
Y sin embargo para mi no fue así. Cuando apenas era un estudiante me llegó el amor en la persona de una bella compañera de escuela, pero ese amor no llegó solo, me llegó acompañado de eso que llamábamos “el amor al pueblo”. Y Mario Benedetti me ayudó a entenderlo y a cultivarlo. Me enseñó que mis torpes e incipientes luchas por la democracia universitaria formaban parte, aunque yo lo ignoraba, de todo un movimiento más amplio, un movimiento que excedía la escuela, la universidad, la ciudad, el país. Con el entendí que las jóvenes y frágiles manos que acariciaban mi rostro eran valiosas por eso pero, sobre todo, eran valiosas porque repartían volantes en los que se denunciaban injusticias y se reclamaban solidaridades. Benedetti me explicaba con su poesía lo que para la aritmética es inexplicable: que con mi pareja en las manifestaciones, en el volanteo, en la calle codo a codo somos mucho más que dos. Me quedo, nos quedamos, con la tarea de decirle a la pareja: Te quiero en mi paraíso/ es decir que en mi país/ la gente viva feliz/ aunque no tenga permiso.
Hoy murió Mario Benedetti, compañero a través de sus libros, de tantos momentos políticoromanticoeroticolibertarioemancipadores.
¡Descanse en paz Mario Benedetti¡

TE QUIERO
Tus manos son mi caricia
mis acordes cotidianos
te quiero porque tus manos
trabajan por la justicia

si te quiero es porque sos
mi amor mi cómplice y todo
y en la calle codo a codo
somos mucho más que dos

tus ojos son mi conjuro
contra la mala jornada
te quiero por tu mirada
que mira y siembra futuro

tu boca que es tuya y mía
tu boca no se equivoca
te quiero porque tu boca
sabe gritar rebeldía

si te quiero es porque sos
mi amor mi cómplice y todo
y en la calle codo a codo
somos mucho más que dos

y por tu rostro sincero
y tu paso vagabundo
y tu llanto por el mundo
porque sos pueblo te quiero

y porque amor no es aureola
ni cándida moraleja
y porque somos pareja
que sabe que no está sola

te quiero en mi paraíso
es decir que en mi país
la gente viva feliz
aunque no tenga permiso

si te quiero es porque sos
mi amor mi cómplice y todo
y en la calle codo a codo
somos mucho más que dos

sábado, 9 de mayo de 2009

Todos somos Rigo (Publicado en El Moyote de Mayo de 2009)



En la vida se ama y cuando se muere, se recuerda con el corazón


Este año se cumplió, el pasado mes de marzo, el cuarto aniversario de la muerte de Rigo Tovar. Ahora si que aplica aquello de que hace cuatro años “pasó a mejor vida” por que la vida que llevaba, por lo menos en su etapa final, era mas un infierno que otra cosa. El ídolo de las bellas y ejemplo de lo que los feos pueden (podemos, dijo el otro) lograr, murió contando con el afecto y la casi veneración de miles de sus seguidores.
¿Y que tenía de especial el tal Rigo Tovar? Bueno, pues así nomás, tomando como referente su atractivo con las masas tenemos que, según el diario El Porvenir[1], Rigo logró la increíble proeza de reunir mas de 400 mil espectadores en el espectáculo ofrecido en el Rio Santa Catarina (en el vado, se entiende que sin agua) en Monterrey mientras que Juan Pablo II (el mismísimo Papa) no rebasó los 300 mil en el mismo lugar. No es la única proeza que Rigo logró, ni mucho menos, pero me parece que es mas que suficiente para que quienes estudia(n) (mos) los fenómenos sociales, políticos o los relacionados con la comunicación (que también son fenómenos sociales), le dediquemos el esfuerzo de alguna de las escasas neuronas que no están ocupadas en el análisis de coyuntura o, en la definición de la nueva estrategia revolucionaria (o trepadora, según de quien se trate).

Algo debió tener este profeta del nopal para lograr tal capacidad de convocatoria. Pero, ¿que podría tener un tipo que vamos, para acabar pronto, ni siquiera estudió sociología, ni ciencias políticas ni comunicación y, sin embargo, convocaba más gente que políticos y clérigos juntos? Algunas pistas podrían rastrearse en las canciones que popularizó.

Besando la cruz
Basta una decepción amorosa y unos cuantos pesos, los suficientes para comprar los indispensables auxiliares etílicos y, por supuesto, contar con un auto, tan chatarra como quieran imaginarlo pero con un potente estéreo en el que se escuchen las rolas que nos remitan a nuestro cercanísimo y presuntamente olvidado pasado rural, para que uno se hermane con Rigo y, a dúo, decirle a la ingrata que se atrevió a rompernos…el corazón:
…eras todo pa’mi
y besando la cruz
te lo puedo jurar.


Por supuesto, ahí está una de las claves del poder de conexión de este profeta nopalero con el alma popular juvenil mexicana. Es la misma canción que nuestros padres y abuelos cantaron acompañada de mariachi, o por lo menos con una humilde guitarra, la misma canción que cantaron bajo la ventana de una casa de adobe, pintada de blanco, con el fondo musical de grillos, perros y coyotes. La misma canción que ahora le cantamos a la hija o la nieta de aquella a la que le cantaban los contemporáneos de nuestros padres y de nuestros abuelos, solo que ahora es bajo el balcón (o lo que se le parezca) de una casa de interés social de Infonavit, contando con el fondo musical del permanente ulular de las sirenas de las patrullas policiales, tripuladas por afanosos oficiales dedicados al nocturno placer de la extorsión.

Pero igual, ahí está Rigo, cantándonos con la discreción que el momento amerita (el mordelón exige que bajemos el volumen) con esas estrofas, que ahora amenizan el momento en que el uniformado se embolsa nuestra última luz, los últimos tres billetes de veinte pesos para no llevarnos a los tribunales a que nos chequen “a ver cuanto alcohol traen en las venas”. Mientras el uniformado se embolsa los tres azules de a veinte, escuchamos en la radio de mi auto a Rigo que se despide diciendo:
…tu eras el sol
y eras la luz de mi vivir
oscuridad hoy eres tu
por tu traición.
Enmohinado, con sesenta pesos menos en mi bolsillo, enciendo el motor y logro escuchar que desde el estéreo del auto patrulla, Rigo alcanza a decirme
Oh que gusto de volverte a ver…

Lo dicho, Rigo es amor.

[1] http://www.elporvenir.com.mx/notas.asp?nota_id=43541