martes, 29 de septiembre de 2009

Laguneros por la paz

El próximo 2 de Octubre se conmemora un aniversario mas de la terrible represión que el gobierno mexicano cometió contra indefensos estudiantes en la PLaza de Tlatelolco en la capital de nuestro país. Cientos de estudiantes fueron asesinados ese dos de Octubre de 1968, justo diez días antes de iniciar Los Juegos Olímpicos. Ahora, en esta epoca de combate al narcotráfico, iniciada hace tres años, se contabilizan miles de muertos (muchos de ellos víctimas inocentes)y tal parece que la carnicería, lejos de disminuir, se acrecienta. Por ello, otra vez, conciudadanos de ésta Región Lagunera convocan a una Marcha por la Paz y la No-violencia.

miércoles, 23 de septiembre de 2009

¡Avandarooooo¡


¿Pero es que los jóvenes no entienden? ¿Acaso los estudiantes no comprenden que en esta sociedad está prohibido crecer?

Era 1971 y estaba fresca en la memoria la represión del ’68 y en el mismo 1971, apenas unos meses antes, el meritito jueves de corpus, un grupo de matones que se hacían llamar los “halcones” (patrocinados y entrenados por el gobierno) masacraba otra manifestación estudiantil. La represión aniquiló la estructura organizativa de masas que se había construido por los estudiantes, pero no acabó con el ánimo rebelde, por lo menos no del todo. Del Comité Nacional de Huelga se desprendieron varios proyectos políticos. Por un lado, gentes como Porfirio Muñoz Ledo consideraron que con las movilizaciones nada se lograba, que ahora había que intentar los cambios “desde adentro” y entonces él, y quienes pensaban como él, se afiliaron al PRI. Los mas radicales se convencieron de que el Estado mexicano había cerrado, definitivamente, las opciones pacíficas de lucha y se lanzaron a la guerrilla, tanto rural como urbana. Otros mas, se mantuvieron en la idea de que era posible transformar este país si se organizaba a las grandes masas de desposeídos que poblaban el campo y las ciudades mexicanas y así, se lanzaron a la aventura de la organización de grupos campesinos, sindicales, estudiantiles y populares.

Sin embargo, a nivel de masas muy pocos estudiantes se integraron en las opciones mencionadas. Entre el estudiantado promedio se desarrolló una opción mas bien hedonista, una actitud propia de quienes no creen en el futuro o de quienes desprecian el futuro que la sociedad mexicana les ofrecía en ese entonces. El ¡aquí y ahora¡ se volvió la divisa de quienes se alejaron de cualquier tipo de militancia. La música, específicamente el rocanrol, la experimentación con drogas y el desenfreno sexual se convirtieron en el refugio de quienes, desesperanzados, buscaron en la marginalidad el espacio que las “buenas conciencias” les negaban. Por cierto, cualquier parecido con la situación actual, no es mera coincidencia.

Era 1971, los “hoyos fonqui” se convertían en las trincheras desde las que los jóvenes se defendían de un proyecto en el que no cabían, salvo como sujetos de consumo. Eran también la expresión de que México estaba cambiando; sin dejar de ser rural se creaba una poderosa clase media urbana que reclamaba sus propios espacios que, para variar, les fueron negados. Locales destartalados, bodegas abandonadas y sin las condiciones sanitarias mínimas se convertían en los lugares propicios para interpretar y escuchar el rocanrol más lúdico, mas creativo, mas original. Esos eran los “hoyos fonqui”, lugares casi clandestinos donde se leía y comentaba a Camus, Sartre y Simone de Beauvoir mientras se escuchaba el Rock de grupos mexicanos como Peace and Love, Love Army, Bandido, La Tribu, Tinta Blanca, Los Spiders, Dug Dug's, Javier Bátiz.

Pero en Septiembre de ese mismo año, se convocó al Festival de Rock y Ruedas a realizarse en Avándaro, en Valle de Bravo, Estado de México. La idea era realizar una competencia automovilística entre ciento doce autos inscritos y luego escuchar rock. Y cuando empezó el rock, todo cambió. Cuarenta mil, sesenta mil o, según
algunos, hasta cien mil jóvenes se congregaron ese 11 de Septiembre para escuchar a los grupos que antes solo existían en los “hoyos fonqui”. Todo iba bien, hasta Telesistema (antepasado de Televisa) grababa documental, mientras algunas radiodifusoras transmitían en vivo, hasta que tocó el turno a Peace and Love que le hizo una pequeña modificación a una de las consignas centrales del movimiento del ’68 para gritar “¡Queremos el poder y …Mary-mariguana”. Fin de la transmisión por radio, pero el Festival continuó. Tan caótico y desorganizado como el de Woodstock, tan desenfrenado que aun mojados, bajo la lluvia, los jóvenes siguieron cantando, amando, alucinando. Por eso la pregunta: ¿Pero es que los jóvenes no entienden?

martes, 1 de septiembre de 2009

Los sentimientos o emociones y Descartes



Cuando René Descartes escribió que res cogitans y res extensa (mente y cuerpo, respectivamente) son las dos cosas que componen al ser humano, afianzó la tendencia, ya existente, a concebir las cosas de manera separada. Como si ambos, mente y cuerpo, pudieran imaginarse de manera aislada, como si el cuerpo pudiera ser uno y la mente otra. Esta visión cartesiana, de pensar las cosas como universos en si mismos (sin relación entre ellos) y no como partes integrantes de un mismo universo, ha permeado la forma de pensar la realidad hasta nuestros días. Así, de manera dicotómica (que no dialéctica) abordamos los fenómenos sociales (y los no sociales también) como si fueran constituidos solamente por dos aspectos mutuamente excluyentes. Lo social y lo individual, lo micro y lo macro, masculino y femenino, urbano y rural, burguesía y proletariado, etc., son, todas ellas, expresiones mutiladoras de una realidad que no existe en pedazos separados, en piezas que pueden explicarse por sí, y solo por sí mismos. Es como querer explicar el texto sin el contexto, como querer entender una trama teatral atendiendo solo a los actores pero ignorando el escenario, o como pretender explicar los fenómenos sociales como si estos no fueran producto (y productores) de su espacio-tiempo. Y así, a la hora de hacer investigación en ciencias sociales, pues alegremente
escogemos cualquiera de los dos polos como si el otro no existiera.

Igual nos sucede con esas situaciones tan extrañas (a pesar de su cotidiana cercanía) llamados sentimientos. Y son situaciones extrañas, precisamente porque pretendemos abordarlas desde la perspectiva racional, desde esa óptica despedazadora, analítica que nos legó Descartes. Así, la tristeza ¿puede explicarse por la tristeza misma?
¿Puede alguien tomar su tristeza y desmenuzarla en pedacitos que “faciliten” su comprensión? ¿Puede alguien enamorado tomar una muestra de su amor y someterla a reactivos de laboratorio para determinar que tipo de amor “padece”? El mismo Sigmund Freud hizo algo parecido cuando se puso a estudiar los sueños, ¿cómo lo hizo? Pues desmenuzándolos, despedazándolos, analizándolos, por eso su método se llama Psicoanálisis. ¿Realmente será posible eso? Lo pregunto porque los sueños son precisamente una forma de recrear la realidad donde, por ejemplo, el tiempo es uno, es decir, en sueños podemos recrear situaciones que ya pasaron, mezcladas con situaciones o personajes que suponemos forman parte del futuro y, todo ello, visto como si estuviera pasando en el momento mismo en que estamos soñando. En otras palabras, lo que no podemos hacer conscientemente, que es mezclar los tres tiempos (pasado, presente y futuro) en uno solo, en los sueños lo hacemos con la mayor tranquilidad posible.

Es, quizá, a lo que se refiere Fernández Christlieb cuando propone que en lugar de pensar en la idea de “análisis” pensemos mejor en la idea de “solución”, es decir que en lugar de separar o despedazar los fenómenos, los pensamos de manera integrada, en su contexto, en su tiempo. Dice él que en lugar de distinguir primero hay que “indistinguir” y lo ejemplifica de la manera siguiente: “El problema es que cuando alguien está triste, sentimiento psicológico, probablemente se mejore con una buena taza de café, para sentimiento corporal; del mismo modo que si está contento se le quita con una noche sin dormir. El sentimiento de culpa moral se desvanece con un par de buenas justificaciones cognoscitivas; es decir, los sentimientos poéticos y los prosaicos son los mismos; lo vivencial es corporal y moral y cognoscitivo e intuitivo también.”*



* Fernández Christlieb,Pablo. La afectividad colectiva. Ed. Aguilar, Altea, Taurus, Alfaguara, S.A. de C.V., 1999. Mex. P. 24